Alonso del Yerro, el valor de una familia
Conociendo el vino, la bodega no podía ser de otra manera. Alonso del Yerro rezuma calidad y familia. Santa Marta, la finca, también. María nos recibe a las puertas de la casa familiar, una casona de sobria elegancia, rodeada del viñedo como si fuera un jardín.
Precisamente en el viñedo, comienza nuestra visita. Las cepas, cuidadosamente podadas, y la curiosa cubierta vegetal entre los líneos dibujan un idílico paisaje que se pierde en el horizonte. Las distintas parcelas y subparcelas en las que se divide la finca se vendimian, se elaboran y se crían por separado para darles a cada una los cuidados que merecen antes de convertirse en un todo armónico bajo el nombre de Alonso del Yerro o de María.
Comprobamos esta cuidadosa selección parcelaria en la nave de elaboración, con pequeños depósitos de acero inoxidable y aún más pequeños tinos de roble destinados a las distintas partidas. La constatamos de nuevo en la preciosa sala de crianza, con una interesante cata de Tempranillos de diferentes tipos de suelo. Y nos rendimos a la evidencia del trabajo en el viñedo y en bodega ante la equilibrada elegancia de Alonso del Yerro 2013, con su fruta roja y sus especias; la exquisita complejidad de María 2012, con su fruta negra y su punto de hierbas aromáticas; y la expresividad y sorprendente acidez de una añada 2013 de Paidós, el vino que la familia elabora en Toro.
María contagia su pasión e ilusión salpicando su relato con mil anécdotas familiares y sorprendiendo a cada paso con un detalle de buen gusto. Pero que no te lo cuenten, Alonso del Yerro es para vivirlo en primera persona. Es mucho más que una bodega, es un proyecto de vida, toda una filosofía basada en la calidad y en la familia. Conociendo a la familia, el vino no podía ser de otra manera.
Viñedos Alonso del Yerro, Roa, Burgos. Ribera del Duero