Valdemonjas, una autarquía en la Ribera
La oteamos desde lejos, medio enterrada en la colina, medio suspendida sobre ella en un perfecto equilibrio. Conforme nos acercamos a Valdemonjas, dejando a un lado los viñedos de Vega Sicilia, sospechamos que aquí todo es asombrosamente auténtico.
Una autarquía, según palabras de Alejandro Moyano, que nos espera para presentarnos a su niña mimada. Una bodega ecológica y autosuficiente que, desconectada de la red de electricidad y agua, se abastece con sus propios recursos.
Práctica y a la última, y a la vez con un deje de lagar antiguo, así es la nave de elaboración donde encontramos el acero inoxidable y el hormigón de los depósitos junto al roble de las barricas, colocadas sobre un piso de ladrillos árabes que ayuda a mantener la humedad constante.
La parte social es luminosa y con vistas, unas preciosas vistas sobre las siete hectáreas de viñedo de la finca. Como si de un teatro se tratara, cada uno de los nueve terruños en los que se divide el viñedo responde al nombre de tribuna, palco, platea… o gallinero. Curiosa alegoría para unos vinos que parecen surgir del terruño como una melodía. Una interpretación magistral de cada uno de los suelos.
Catamos El primer beso en animada charla con Alejandro. Es un tinto joven de Tempranillo, sin barrica, sin tapujos. Pura fruta y pura frescura, un allegro vivace apropiado para el momento. Dejamos para otra ocasión otros vinos con nombres tan sugerentes como Los tres dones, Entre Palabras o Abrí las alas. Y para la primavera, llegarnos hasta la Tribuna por el Patio de butacas, un paseo que promete ser tan acogedor como la bodega.
Valdemonjas, Quintanilla de Arriba, Ribera del Duero